1 Preparativos antes de apagar la luz
Si te cuesta dormir, es importante que te prepares de antemano para ese momento, relajándote de a poco y generando el ambiente propicio. Este conjunto de prácticas se conoce como ”higiene del sueño” y es importantísimo para conseguir un buen descanso.
Primero lo primero: intentá no tener televisión en tu cuarto, así destinás ese lugar exclusivamente para dormir. Podés mirar tus pelis y series acurrucado en el sillón del living y cuando te agarra sueño meterte en la cama, así no convertís a tu habitación en un centro de entretenimiento.
Lo mismo pasa con el celular, la play, la compu y la música fuerte. Es mejor que nada de eso vaya con vos al cuarto. No te enganches con las redes sociales justo antes de ir a dormir, y si lo hacés que sea en otro ambiente de la casa. Las pantallas y prestar atención a múltiples mensajes te ponen alerta y evitan que te relajes.
Por último, y ya sabemos que no te va a gustar escucharlo, hacé todo lo posible por mantener ordenado tu dormitorio. Un lugar agradable a la vista favorece el descanso. Guardá la ropa, organizá tus libros y procurá que todo se vea lindo. Te lleva solo unos minutos al día y va a marcar la diferencia entre levantarte súper descansado o sentir que te pasó un camión por arriba.
(De paso te queda genial para recibir visitas)
2 Hábitos saludables a horarios saludables
Sabemos que comer bien y hacer actividad física son dos cosas indispensables, no solo para dormir bien, sino para vivir bien. Pero en lo que al descanso respecta, hay que tener en cuenta algunas reglas.
Organizá tu rutina de ejercicios al menos para tres o cuatro horas antes de irte a dormir. Así vas a sentir el cansancio pero no vas a tener el pico de energía que te deja el gym. Y si lo tuyo no es el entrenamiento, procurá caminar entre 20 y 30 minutos cada día. El movimiento es lo mejor para garantizarte una buena relajación a la noche.
Con respecto a la comida, el mediodía y la noche funcionan como opuestos. Después de almorzar muy pesado nos agarra sueño y daríamos cualquier cosa por media horita de siesta; pero en la cena la historia es diferente. Comer mucho y cerca de la hora de dormir te va a dificultar conciliar el sueño. Hacelo unas horas antes de irte a la cama, y no te excedas con las cantidades. Tené en cuenta, también, que el café, el té y las gaseosas con cafeína pueden mantenerte alerta y evitar que te duermas pronto. Esas bebidas, mejor por la mañana o durante el día.
¿Una tradición que sí tiene fundamento? tomar un vaso de leche caliente antes de ir a la cama. La leche tiene triptófano, un aminoácido que favorece la producción de serotonina, el transmisor del buen humor y de los nervios relajados.
3 El colchón, el sostén de todo
Vamos al tema central: el colchón. no es lo mismo cualquiera. El material, la firmeza y el tamaño influyen en la calidad de tu descanso. Elegí uno más flexible si necesitás que te acompañe cuando das vueltas; y preferí uno bien firme si solés tener dolores de cintura.
Acordate de girarlo cada tres o cuatro meses para que no pierda su estructura. Cada colchón necesita cuidados diferentes, así que algunos requieren simplemente que los gires colocando la parte donde apoyabas la cabeza en el lado de los pies, mientras que a otros hay que darlos vuelta completamente.Si tu columna y cervicales son sensibles, elegí un sommier de espuma. Su firmeza te va a ayudar a controlar la postura. ¿El resultado? Sueño más reparador y menos dolores durante el día.
4 La almohada, para que tu cabeza esté feliz
Lo ideal es que tu cuello se mantenga lo más derecho posible durante las horas de sueño, así que la elección de la almohada no se debe tomar a la ligera.
Si dormís boca abajo, elegí una que sea suave y finita, que permita que tu cabeza y tu columna queden alineados. Si, en cambio, solés dormir boca arriba, es mejor una más gruesa y un poco más firme. Cuando dormís de costado, en cambio, si la almohada es muy alta o rígida vas a estar forzando la columna; mientras que si es bajita vas a perder alineación.
Lo más fácil a la hora de elegir el grosor de tu almohada es medir la distancia que hay entre el final de tu hombro y tu cara, sumarle entre 2 cm a esa medida -o 4 si preferís una muy blanda- y usarla como guía.
Otra solución, muy fácil, es comprar almohadas de espuma viscoelástica, también llamadas “almohadas inteligentes” o “almohadas con memoria cervical”, porque su consistencia le permite volver a su forma original una vez que levantás la cabeza y nunca se deforman.
El material amortigua y sostiene bien tu cuello, controlando tu postura para que no hagas presión en los lugares incorrectos. Vienen acanaladas o con el formato tradicional.
¿Te agarró sueñito?
Esperamos que te hayan servido estos consejos. ¿Tenés alguno más? ¡Compartilo en los comentarios!
Que descanses 🙂
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